THE BULL HOUSE
  Ejercicios y juegos
 

ETAPA DE CACHORRO



El primer ejercicio y fundamental para el cachorro es el juego, principalmente con otros cachorros. Éste desde muy corta edad siente la necesidad natural de explorar el mundo que le rodea, agudizar y potenciar sus instintos primarios básicos que se supone le darán en la edad adulta.

El instinto de caza incita al perro a perseguir todo aquello que se mueve con la intención de correr tras su presa para alimentarse. En esta etapa, el cachorro perseguirá, por acto reflejo, cualquier objeto que le lancemos, cualquier animal que corra, o a cualquiera de sus hermanos de camada. El instinto de presa surge por la necesidad del animal adulto para agarrar a su presa, darle muerte y posteriormente devorarla. Podemos observar como se despierta este sentido en el cachorro al verlo agarrar, mediante el juego, cualquier trapo o mordedor que al moverlo, despierte en él un deseo de apresarlo.

Cuando un cachorro juega con otro, sigue despertando sus instintos, en este caso el de dominancia. El juego no es más que un combate a niveles de agresividad mínimos, los cuales tienen la misión de enseñar al cachorro las técnicas precisas para un enfrentamiento real en la edad adulta. Si nos fijamos, cuando dos cachorros o perros jóvenes juegan, sus movimientos y expresión corporal son los mismos que una lucha real pero sin carga agresiva.

Todos estos juegos son los adecuados y necesarios para que el cachorro desarrolle su estructura ósea y muscular en plenitud. Nunca debemos forzar al cachorro o perro joven, cuyo desarrollo no ha concluido, y someterlo a ejercicios físicos violentos, pues corremos el riesgo de causar alguna lesión que en algunos casos puede ser irreparable. Conozco algunos a algunos dueños inexpertos que deseaban fabricar al "super-perro" en tiempo record y lo que es peor, a temprana edad, y terminaron lesionando a su Pit Bull

No debemos caer en el error de forzar continuamente la presa en un cachorro, ni correr distancias grandes, ni obligarlo a saltar, ni mucho menos forzarlo a arrastrar el más mínimo peso. Su osamenta en esa edad es débil y está en proceso de formación; es necesario esperar a que se consolide. Un perro predispuesto genéticamente a una displasia de cadera o a un prognatismo, si se ha sometido brutalmente de cachorro a este tipo de ejercicios, acusará su afección de mayor con más intensidad. Por tanto debemos dejar al cachorro que él mismo racione su nivel de ejercicios mediante el juego natural.
 
 
   
 
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